jueves, 24 de marzo de 2011

De la mano de Gianni Rodari

En "Gramática de la fantasía", el escritor italiano Gianni Rodari nos introduce al arte de contar historias. En este texto, nos narra una serie de técnicas para inventar historias para niños y cómo ayudarlos a inventarlas por sí mismos. Hoy reescribo una de esas tantas maneras, que ha titulado Los cuentos al revés.


Los cuentos al revés.

Una variante del juego de equivocar las historias consiste en una inversión premeditada y orgánica del tema de la historia.

Caperucita Roja es mala y el lobo es bueno.

Pulgarcito quiere escaparse de la casa con sus hermanos, abandonando a los pobres padres, los cuales tienen, sin embargo, la buena idea de hacerle un agujero en el bolsillo antes de llenárselo de arroz, para que luego éste se derrame a lo largo del camno. Como en la historia original, pero vista en el espejo, donde la derecha se vuelve izquierda...

Blancanieves encuentra en el bosque, donde se vuelve más denso y negro, no a siete enanitos, sino a siete gigantes: será su mascota en sus malvadas acciones...

De esta manera, la técnica del error se convierte en un pensamiento guía, un proyecto de diseño. El producto será parcial o totalmente inédito, según que la "inversión" se haya aplicado solamente a uno o a todos los elementos del cuento inicial.

Por "inversión", en lugar de una parodia del cuento, se puede obtener la situación de partida de una narración libre de desarrollarse en otras direcciones.

Un niño de cuarto de primaria particularmente creativo, en lugar de aplicar la técnica de la inversión a un cuento, partió de la historia, o leyenda histórica: Remo mató a Rómulo, la nueva ciudad, en lugar de llamarse Roma se llama Rema, sus habitantes son los antiguos Remanos. Con su nuevo nombre, ya no dan miedo, sino risa. Aníbal les gana y se vuelve emperador Remano, etcétera.

El ejercicio no tiene ningún valor histórico porque como dicen todos, la historia no se hace con los "si". Además, tiene más Voltaire que de Borges. Es posible que su resultado más valioso, aunque involuntario, sea el de ridiculizar la manera o pretensión, de enseñar historia romana a los niños de primaria.

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